1. Conceptos previos
Hay dos atributos muy importantes a la hora de definir un mercado. El primero se refiere a la definición de producto y el segundo al alcance geográfico. Ambas definiciones son importantes porque, por ejemplo, ¿hay un mercado eléctrico o cabe considerar un mercado energético más general al que debemos añadir el gas natural, los gases licuados de petróleo (GLPs) y otros productos petrolíferos en cualquiera de los países de América Latina? De lo que respondamos a esta pregunta, se pueden sacar conclusiones muy diferentes, relativas a la valoración del nivel competitivo en ese mercado, como el número de agentes que oferta, el tamaño de la demanda, la concentración de la oferta, etc...
La Unión Europea (UE en adelante) define como mercado de producto, a aquel que “comprende la totalidad de los productos y servicios que los consumidores consideren intercambiables o sustituibles por razón de sus características, su precio y el uso que se prevea hacer de ellos”.
En general se tiende a pensar que hay un mercado eléctrico y un mercado energético en general, si bien, cabe resaltar la creciente convergencia entre los sectores de gas y electricidad, tal como muestra el proceso de entrada de muchas empresas eléctricas en la industria del gas y viceversa. Esta convergencia se debe principalmente a tres factores. En primer lugar, existe una tendencia consolidada a nivel nacional y mundial a emplear el gas natural en la generación de electricidad en centrales de ciclo combinado, por su eficiencia y menor impacto medioambiental con respecto a otros combustibles fósiles. En segundo lugar, en estos últimos años se está difundiendo en varios países de la UE el suministro conjunto de gas y electricidad, especialmente para los consumidores domésticos, como parte de la estrategia de captación de clientes de los grandes grupos energéticos. Y por último, existen múltiples casos de reorganizaciones empresariales dirigidas a concentrar la gestión de las infraestructuras de gas y electricidad en una única unidad de negocio.
Respecto al alcance geográfico ocurre algo parecido: dependiendo de dónde situemos las fronteras de un mercado, podremos sacar una u otra conclusión respecto del grado de competencia existente en el mismo. La UE define cómo mercado geográfico relevante aquél que “comprende la zona en la que las partes afectadas desarrollan actividades de suministro y prestación de productos y servicios, en la que las condiciones de competencia son lo bastante homogéneas y que puede distinguirse de otras zonas debido, en particular, a que las condiciones de competencia en ella prevalecientes son sensiblemente distintas a aquéllas”.
Aumentar la escala geográfica de los mercados es en general muy interesante, ya que pueden aflorar eficiencias derivadas de economías de escala o de alcance por una parte, y se puede incrementar el nivel competitivo, siempre y cuando tales mercados sean competitivos, que no siempre lo son, por otra. O dicho en otras palabras, mercado y competencia no son sinónimos.
La ampliación de mercados puede favorecer la competencia si se reduce la capacidad de los agentes para influir en el mismo.
La conjunción de mayores eficiencias y competencia, siempre y cuando las reglas del juego sean razonables, necesariamente trae beneficios para el consumidor.
¿Por qué competencia? Por varias razones:
- Tal vez es el mejor incentivo, aunque no el único, para animar a las empresas a reducir los costes de capital y de operación.
- Es un excelente incentivo para favorecer la innovación tecnológica y la búsqueda de ventajas.
- En un entorno competitivo, los consumidores no debieran asumir errores de los gestores de las empresas.
- El nivel de los precios se aproxima al coste marginal, si bien, en el caso de la electricidad, son muy distintos los costes marginales de corto y de largo plazo. Por esta razón, cuando se fomenta la competencia en los mercados eléctricos se suele establecer algún mecanismo que garantice la recuperación de todos los costes en que incurren las empresas.
El aumento de la escala geográfica es de especial interés en el caso centroamericano, toda vez que los sistemas eléctricos nacionales presentan problemas de eficiencia, ya que en cada país individualmente no se alcanza lo que en teoría podríamos considerar escala mínima eficiente y un número de agentes satisfactorio para poder competir o contrastar. Efectivamente, si las turbinas estándar de ciclo combinado de gas son del orden de 400 Mw y un mix de generación idóneo fuese 50% hidráulico y 50% térmico, ello implica que el tamaño mínimo eficiente para una empresa de generación es de 800 Mw, por lo que en estos países cabe una o todo lo más dos empresas eficientes para atender la punta de demanda con un margen de cobertura razonable, cifras muy lejanas a las de España, dónde la punta es del orden de 43.000 Mw y la capacidad instalada supera los 72.000 Mw.
Pero integrar geográficamente mercados de producto, los de electricidad y de gas, en nuestro caso, se requiere de unos pasos previos que son:
- Interconexión internacional suficiente, para que la unión de los mercados no sólo sea formal sino también física o real
- Coordinación entre sistemas eléctricos / gasistas
- Libertad de comercio a través de las interconexiones
- Reglas comunes y estables
En el momento de redactar estas líneas, en América Latina, en el mejor de los casos se cumplen los dos primeros requisitos, si bien en muchas fronteras el nivel de interconexión es por lo general inexistente o insuficiente En la UE, tras el Consejo Europeo de Barcelona de 1992, se considera que el mínimo en capacidad de interconexión debe ser un 10% de la demanda de potencia en punta del sistema más pequeño. , y los procedimientos de coordinación, cuando hay tales interconexiones, son mejorables.
Y todavía no hay nada que reseñar relativo al tercer y cuarto punto, que son los aspectos más complicados de lograr.
En resumen, la integración (proceso hacia la unidad de mercado) es positivo. Las interconexiones no crean mercado per se, se trata de una condición necesaria, pero no suficiente. Que haya comercio (que por sí mismo ya es positivo) a través de las interconexiones, no es igual a la existencia de unidad de mercado. Y el mercado (necesariamente imperfecto) puede ser competitivo o no serlo, pero es recomendable que lo sea.
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